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Agustí d'Hipona: no hi ha un abans del temps/es

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Capítulo X

¿No están movidos por una vieja objeción quienes me dicen: «¿Qué hacía Dios antes de hacer el cielo y la tierra? Porque si estaba ocioso –dicen ellos– y no hacía nada, ¿por qué no permaneció siempre así y continuó estando en adelante como había estado hasta entonces sin hacer nada?

Si hubo en Dios un nuevo acto y una decisión nueva de su voluntad para dar existencia a una criatura, ¿cómo es posible que haya una verdadera eternidad en donde surge una voluntad que antes no existía? Porque la voluntad de Dios no es una criatura. Es anterior a toda criatura, ya que nada puede existir si no precede la voluntad del Creador. Ahora bien, la voluntad de Dios pertenece a su propia sustancia. Luego, si en la sustancia de Dios ha surgido algo que antes no tenía, no puede decirse ya de verdad que aquella sustancia era eterna. Además, si la voluntad de Dios de que existiera lo creado era eterna, ¿por qué no había de ser también eterna la creación?

Capítulo XI

Quienes hablan así todavía no te entienden, sabiduría de Dios, luz de las inteligencias. Todavía no entienden cómo se hacen las cosas que se hacen en ti y por ti. Y empeñados en saber las cosas eternas, su mente se fija aún en los actos pasados y futuros de las cosas y todavía es vana.

¿Quién podrá parar la mente y fijarla para que se detenga un momento y capte por un instante el resplandor de la eternidad siempre permanente, y la compare con el tiempo siempre cambiante y descubra que no hay comparación posible? Verá que la duración del tiempo no depende más que del paso de muchos pequeños instantes que no pueden alargarse todos a la vez. En la eternidad nada cambia, pues todo está presente. El tiempo no puede existir todo él como presente. Verá además que todo el pasado es empujado por el futuro y que todo el futuro está precedido por el pasado, y que todo el pasado y el futuro son creados y transcurren por lo que siempre es presente.

¿Quién podría detener la mente del hombre para que se fijara y descubriera cómo la eternidad, que no es ni futura ni pasada, permaneciendo inmutable, señala los tiempos futuros y pasados? ¿Puede mi mano hacer esto? ¿Puede la mano de mi boca hacer una cosa tan grande por medio de sus palabras?

Capítulo Xll

Voy a responder al que me preguntaba sobre «lo que hacía Dios antes de hacer el cielo y la tierra». Y voy a responder, no lo que se cuenta que respondió un individuo bromeando para eludir la dificultad de la cuestión: «Preparaba –decía él– el castigo para los que investigan estas cosas tan altas.> Una cosa es explicar la realidad, y otra bromear. Yo no voy a bromear. Respondería mejor diciendo que no lo sé, porque realmente no lo sé, que no aquello por lo que fue puesto en ridículo quien preguntó cosas tan altas y fue alabado quien respondió cosas falsas.

Yo digo que tú, Dios nuestro, eres el Creador de todo lo creado. Y si bajo el nombre del cielo y de la tierra se entiende toda la creación, digo con audacia que antes que Dios hiciera el cielo y la tierra no hacía nada. Porque si hubiera hecho algo, ¿qué iba a hacer sino lo creado? Ojalá supiera yo lo que quiero saber con provecho como sé que no se hizo ninguna criatura antes de que se hiciera alguna criatura.

Capitulo Xlll

Pero si la mente voladora de alguien, imaginando el tiempo anterior a la creación, se admirara de que tú Dios omnipotente, Creador de todo, dueño de todo, artífice del cielo y de la tierra, dejaste pasar innumerables siglos antes de hacer una obra tan grande, abandone su sueño y advierta que se admira de cosas falsas.

Porque, ¿cómo podían pasar innumerables siglos cuando aún no los habías hecho tú, autor y creador de todos los siglos? ¿O qué tiempo podía existir que no fuese creado por ti? ¿O cómo podía pasar si nunca había existido? Siendo como eres el creador de todo el tiempo, si existió algún tiempo antes de que hicieras el cielo y la tierra, ¿por qué dice la Escritura que descansaste de la tarea creadora? Tú habías hecho el tiempo mismo. Y por eso el tiempo no pudo pasar antes de que lo hicieras.

Ahora bien, si antes de la creación del cielo y de la tierra no existía el tiempo, ¿por qué alguien pregunta qué hacías entonces? En realidad, cuando no existía el tiempo, no existía tampoco el entonces.

Tú no eres anterior al tiempo en el tiempo, porque si no, no serías anterior a todo el tiempo. Tú eres anterior a todo el tiempo pasado por la grandeza de tu eternidad siempre presente y estás por encima de todo el tiempo futuro, porque es futuro y cuando llegue ya será pasado.

Tú siempre eres el mismo, y tus años no tienen fin. Tus años ni pasan ni vuelven, al contrario de los nuestros, que pasan y vuelven para que todos existan. Tus años existen a la vez, porque permanecen. Los que pasan no son excluidos por los que vuelven, porque no pasan. Los nuestros existirán todos cuando ninguno de ellos exista.

Tus años son un día. Y tu día no es un cada día, sino un hoy, porque tu hoy no deja paso al mañana, ni viene después del ayer. Tu hoy es la eternidad; por eso engendraste eterno como tú a aquel a quien dijiste: Hoy te he engendrado Tú hiciste todos los tiempos y existes antes de todos ellos. No hubo un tiempo en que no había tiempo.