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Victor Kraft: el Cercle de Viena/es

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La exigencia fundamental del Círculo de Viena, el fundamento de su unidad interna, era que la filosofía ha de proceder científicamente. Se estaba de acuerdo con el positivismo en que la filosofía no investiga un campo propio de la realidad. Mientras se trata de la realidad empírica, ésta se halla repartida entre las ciencias especiales; y una realidad no empírica, trascendente, no puede ser objeto del conocimiento. Los objetos tradicionales de la metafísica, un ser absoluto y también valores y normas absolutos, no pueden proporcionar un ámbito científico propio, pues las cuestiones y afirmaciones relacionadas con ellos no tienen ningún contenido objetivo; son únicamente pseudocuestiones y pseudoproposiciones. La filosofía, en cuanto metafísica, es imposible científicamente.

Pero no estaba igualmente claro cómo había de concebirse la filosofía positivamente. En un ensayo programático con el que se inició el primer año de «Erkenntnis» determinó Schlick de una nueva forma la tarea de la filosofía, forma que se remonta a L. Wittgenstein. La filosofía tiene que poner en claro el significado de palabras y enunciados, mostrando y eliminando los que carecen de significado. De acuerdo con esto, ella no formula proposiciones propias, sino que explica proposiciones dadas. La filosofía no es un sistema de verdades y, por tanto, no constituye una ciencia peculiar, sino «aquella actividad mediante la cual se fija o se descubre el significado de los enunciados. La filosofía explica las proposiciones, las ciencias las verifican. En el caso de éstas se trata de la verdad de los enunciados, pero en el de aquélla se trata de lo que los enunciados quieren decir propiamente». Según esto, la filosofía no es una ciencia con un campo propio, sino un método que se aplica a las ciencias particulares allí donde hay oscuridades. Nos hallamos así ante el resultado paradójico de que partiendo de la aspiración hacia una solidez científica se niega la filosofía como ciencia.

Pero a través de los trabajos de Carnap se precisó luego que la filosofía ha de ser «lógica de la ciencia», que investiga la sintaxis lógica del lenguaje científico. Hay dos grandes campos distintos: el de los objetos, sus propiedades y relaciones, y el de la representación de los objetos, es decir, el del lenguaje y de la lógica. El campo entero de los objetos corresponde a las ciencias especiales, que lo cultivan completamente. El campo de la filosofía es el de la representación de los objetos; sus objetos son los conceptos, proposiciones y teorías de la ciencia. Esta determinación de la filosofía la realizó Wittgenstein por primera vez.

En la Logische Syntax der Sprache, Carnap determinó el trabajo de la filosofía diciendo que es investigar la sintaxis lógica del lenguaje. [...] Puesto que la sintaxis puede tratarse de un modo puramente formal, sin referencias al significado y sólo respecto de las relaciones de las designaciones, las proposiciones de la filosofía pueden tener carácter puramente formal. En cambio, Schlick, como Wittgenstein, había vinculado la filosofía al significado de las proposiciones científicas. [...]

En la concepción de la filosofía que defendió el Círculo de Viena no hay en absoluto ninguna innovación revolucionaria. Kant redujo ya la filosofía a teoría del conocimiento, en tanto deba ser conocimiento, y el positivismo atribuyó todo conocimiento objetivo a las ciencias especiales. Pero la concepción del Círculo de Viena le supera al reunir todas las ciencias en la ciencia unificada, pues con ello los problemas de una concepción unitaria del mundo, que constituían un problema capital de la filosofía anterior, se conservan como problemas de un sistema unitario del conocimiento científico, o sea, como científicamente legítimos. Y en el Círculo de Viena encontró también su expresión precisa el método de la teoría del conocimiento como análisis lógico del lenguaje. Por eso una investigación del conocimiento ha de realizarse en el lenguaje.