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O'Neil: crítica a la inducció/es

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Aparte de algunas excepciones, lo que somos capaces de observar concierne sólo a un número limitado de casos: observamos uno o bien algunos casos a la vez, y el número de observaciones que podemos hacer es en realidad limitado. Así, excepto en aquellos casos en que aquello de que hablamos consiste en un conjunto cuyo número de elementos es finito y poco elevado, podemos observar solamente algunos de entre los diversos casos posibles. Decimos que hemos observado que cada vez que la corriente eléctrica pasa a través de una mezcla de hidrógeno y oxígeno hay formación de agua. Esto es quizá verdadero en todos los casos que hayamos podido observar, pero sólo nos es lícito suponer, y no inferir con certeza, que esto mismo sea verdadero para todos los demás no observados. El fracaso de la ley de Titius-Bode viene a ser la demostración clara de la fragilidad y, de hecho, de la temeridad propia de estas inducciones de enunciados universales hechos a partir de la observación de algunos casos particulares. A veces la generalización fracasa casi de inmediato; a veces se sostiene, sea cual fuere el número de observaciones suplementarias. Por desgracia, nadie ha descubierto aún una receta infalible para efectuar, mediante inducción, generalizaciones válidas a partir de la observación de un número limitado de hechos particulares. [...]

Ninguna tentativa para demostrar que existe un modelo válido de inferencia inductiva, por cuyo medio puedan deducirse teorías a partir de hechos, se ha visto nunca coronada por el éxito. El científico, [...], no infiere sus teorías a partir de hechos, en ningún sentido lógico de la palabra «inferir». El científico inventa, imagina o construye sus teorías. Verdad es que en esta tarea le ayudan numerosas sugerencias e indicios que surgen de los hechos. Trabaja a menudo recurriendo a analogías con otras situaciones mejor conocidas o mejor comprendidas, pero no es posible afirmar, en ningún caso, que «puesto que los hechos son como son, entonces la teoría es correcta», igual como, por el contrario, sí es posible afirmar que, «puesto que los axiomas y las definiciones son éstas y aquéllas, entonces este teorema es correcto».


Faits et théories, Armand Colin, París 1972, p. 278-279.