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Leibniz: la raó suficient/es

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Nuestros razonamientos están fundados sobre dos grandes principios, el de contradicción, en virtud del cual juzgamos falso lo que implica contradicción, y verdadero lo que es opuesto o contradictorio a lo falso. (Teodicea, § 44,169).

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Y el de razón suficiente, en virtud del cual consideramos que no podría hallarse ningún hecho verdadero o existente, ni ninguna Enunciación verdadera, sin que haya una razón suficiente para que sea así y no de otro modo. Aunque estas razones en la mayor parte de los casos no pueden ser conocidas por nosotros. (Teodicea, § 44,196).

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Hay dos clases de verdades: las de Razonamiento y las de Hecho. Las verdades de Razonamiento son necesarias, y su opuesto es imposible, y las de Hecho son contingentes y su opuesto es posible. Cuando una verdad es necesaria, se puede hallar su razón por medio de análisis, resolviéndola en ideas y verdades más simples, hasta que se llega a las primitivas. (Teodicea, § 170,174,189,280-282,367; Resumen, obj. 3).

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Así es como los Matemáticos reducen los Teoremas de especulación y los Cánones de práctica por medio del Análisis a las Definiciones, Axiomas y Preguntas.

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Hay, por último, ideas simples cuya definición no puede darse; hay también Axiomas y Preguntas o, en una palabra principios primitivos que no pueden ser probados y que no necesitan de el; y son las Enunciaciones idénticas, cuyo opuesto contiene una contradicción expresa.

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Pero la razón suficiente debe hallarse también en las verdades contingentes o de hecho, es decir, en la serie de las cosas que se hallan repartidas por el universo de las criaturas; en la cual la resolución en razones particulares podría llegar a un detalle sin límites a causa de la inmensa variedad de las cosas de la Naturaleza y de la división de los cuerpos al infinito. Hay una infinidad de figuras y de movimientos presentes y pasados que entran a formar parte de la causa eficiente de mi escritura presente, y hay una infinidad de pequeñas inclinaciones y disposiciones de mi alma, presentes y pasadas que entran a formar la causa final. (Teodicea, § 36, 37, 44, 45, 49, 52, 121, 122, 337, 340-344). [...]

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Y así la razón última de las cosas debe estar en una substancia necesaria, en la cual el detalle de los cambios no esté sino eminentemente, como en su origen: y esto es lo que llamamos Dios. (Teodicea §7)

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Siendo esta substancia una razón suficiente de todo este detalle, el cual está enlazado por todas partes, no hay más que un Dios y este Dios basta.[...]

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De donde se sigue que Dios es absolutamente perfecto, no siendo otra cosa la perfección sino la magnitud de la realidad positiva, tomada precisamente, dejando aparte los limites o lindes en las cosas que los tienen. Y allí donde no hay limites, es decir, en Dios, la perfección es absolutamente infinita. (Teodicea, §22. Prefacio, §4) [...]


43.

También es verdad que en Dios radica no sólo el origen de las existencias, sino también el de las esencias, en tanto que reales, o de lo que de real hay en la posibilidad. Y esto es así porque el Entendimiento de Dios es la región de las verdades eternas, o de las ideas que dependen, y que sin Él no habría nada real en las posibilidades, y no sólo nada de existente, sino tampoco nada de posible.(Teodicea, § 20).


44.

Porque es necesario que si hay una realidad en las Esencias o posibilidades, o bien en las verdades eternas, esta realidad esté fundamentada en algo existente y actual; y, por consecuencia, en la existencia del Ser necesario, en el cual la Esencia implica la Existencia, o al cual basta ser posible para ser Actual. (Teodicea, §184-189, § 335) [...]