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Aristòtil: les quatre maneres de la perseïtat/es

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Son por si, en primer lugar, los atributos que pertenecen a la esencia del sujeto. Así al triángulo le pertenece la línea, y a la línea el punto, porque la substancia del triángulo y de la línea está compuesta de estos elementos, que entran en la definición expresando su esencia. En segundo lugar, son por sí los atributos contenidos en sujetos que están ellos mismos contenidos en la definición expresando la naturaleza de estos atributos. Así lo rectilíneo y lo redondo pertenecen a la línea, lo par y lo impar, al número. Y para todos estos atributos, la definición que expresa su naturaleza contiene su sujeto, ya sea la línea, ya sea el número, por ejemplo. Igualmente para todos los demás atributos, a los que pertenecen como hemos indicado a sus sujetos respectivos, los llamo atributos por sí. Por el contrario, a los que no pertenecen a su sujeto de ninguna de las dos formas, los llamo accidentes: por ejemplo, músico o blanco para el animal.

Además, es por sí lo que no es dicho de ningún otro sujeto: por ejemplo. para aquel que camina, es algo distinto ser caminante y ser blanco. La substancia. al contrario, y todo lo que significa tal cosa determinada, no es algo distinto de aquello que es ella misma. Así llamo por sí a las cosas que no son afirmadas de un sujeto y accidentes a las que son afirmadas de un sujeto.

En otro sentido aún, es llamada por sí una cosa que pertenece por sí misma a una cosa, y es llamada accidente una cosa que no pertenece por sí a una cosa. Por ejemplo. mientras alguien camina. se enciende un relámpago: es un accidente, porque no es el hecho de caminar el que ha causado el relámpago. sino que es, como decimos, una coincidencia casual. Si, por el contrario, una cosa pertenece a una cosa por sí misma. decimos que el atributo es por sí: es el caso, por ejemplo, del acto de la degollación, si un animal muere degollado; ha muerto porque ha sido degollado y no hay sólo una relación accidental entre la degollación y la muerte.

Así pues, en lo que concierne a los objetos de la ciencia tomada en sentido propio, los atributos que son llamados por sí, tanto en el sentido de que sus sujetos están contenidos en ellos como en el sentido de que ellos están contenidos en sus sujetos, son a la vez por sí y necesariamente. En efecto, no les es posible dejar de pertenecer a sus sujetos, sea de una manera absoluta. sea a modo de oponentes, como cuando se dice que a la línea debe pertenecerle la recta o la curva, y al número el par o el impar. La razón de ello es que lo contrario o bien es una privación, o una contradicción en el mismo género: por ejemplo, en los números el par es el no impar, por cuanto el uno resulta necesariamente del otro. Por consiguiente, si es necesario afirmar o negar un predicado de un sujeto, los atributos por sí deben también necesariamente pertenecer a sus sujetos.

Segundos analíticos, 1, 4. (R. Verneaux, Textos de los grandes filósofos: edad antigua, Herder, Barcelona 1982, 5ª. ed., p.57-58).