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Salmon: mètode hipotètic-deductiu/es

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Puede que haya habido un tiempo en que el hombre primitivo previera la aurora con una seguridad que sólo se basara en el hecho de que, cuanto podía recordar, siempre había visto que a la oscuridad de la noche seguía al día siguiente la claridad de la aurora, pero este estado primitivo de conocimiento, si es que alguna vez lo hubo, era indudablemente precientífico. Esta manera de razonar no se parece en nada a la de la ciencia; de hecho, la inducción sola muestra una ausencia total de comprensión científica. Nuestras razones científicas para creer que el sol saldrá mañana son de un tipo totalmente distinto. Conocemos el funcionamiento del sistema solar en términos de leyes de la física. Predecimos los sucesos astronómicos particulares mediante estas mismas leyes junto con el conocimiento de determinadas condiciones iniciales particulares. Las leyes y las teorías científicas tienen la forma lógica de enunciados generales, pero raras veces son, si alguna vez lo son, simples generalizaciones de la experiencia.

Consideremos la teoría de la gravitación de Newton: dos cuerpos cualesquiera se atraen uno al otro según una fuerza que es proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia de sus centros. Aunque general en la forma, este tipo de enunciado no se ha establecido por generalización de casos. No vamos por ahí diciendo: «He aquí dos cuerpos: la fuerza entre ellos es tal y cual; he aquí dos cuerpos más: la fuerza entre ellos es tal y cual; etc.». Las teorías científicas se toman en un sentido literal como hipótesis. Se las mantiene con el fin de que podamos sacar de ellas consecuencias para examinarlas. Que sean o no aceptables se juzga en virtud de estas consecuencias. Las consecuencias son sumamente diversas; cuanto más variadas mejor. Para la teoría de Newton, miramos consecuencias como los movimientos de Marte, las mareas, los cuerpos que caen, el péndulo y la balanza de torsión. Estas consecuencias no poseen ninguna unidad aparente entre ellas; no pueden servir como base para hacer una generalización inductiva. Alcanzan cierta especie de unidad por virtud del hecho de que son consecuencias de una misma teoría física.

El tipo de inferencia que he estado caracterizando nos es muy familiar; se conoce con el nombre de método hipotético-deductivo. Está en agudo contraste con la inducción por enumeración, que consisteen una simple generalización inductiva de casos. Esquemáticamente, el método hipotético-deductivo funciona de la siguiente manera: de una hipótesis general y de los enunciados particulares que determinan las condiciones iniciales, se deduce un enunciado particular predictivo. Los enunciados de las condiciones iniciales, por lo menos para esta vez, se aceptan como verdaderos; la hipótesis es el enunciado cuya verdad se pone en cuestión. Por observación determinamos si el enunciado predictivo resulta verdadero. Si la consecuencia predictiva resulta falsa, la hipótesis queda refutada. Si la observación revela que el enunciado predictivo es verdadero, decimos que la hipótesis está confirmada hasta cierto punto. Una hipótesis no queda confirmada definitivamente, evidentemente, por uno o más casos positivos, pero puede quedar altamente confirmada. Una hipótesis suficientemente confirmada se acepta por lo menos de una manera provisional.

Parece innegable que la ciencia utiliza un tipo de inferencia muy parecido por lo menos al método hipotético-deductivo. Esto ha inducido a muchas personas a concluir que la lógica de la ciencia es totalmente de carácter deductivo. Según este punto de vista, el único aspecto no deductivo de la situación consiste en el descubrimiento de la hipótesis, pero no es precisamente asunto de lógica y, por consiguiente, no requiere justificación alguna. Es asunto del ingenio psicológico para descubrir. Una vez se ha hallado una hipótesis, aunque sea por un proceso que nada tenga que ver con la lógica, basta con deducir consecuencias y comprobarlas mediante observación.

Evidentemente, es una falacia concluir que las premisas de un razonamiento deben ser verdaderas si su conclusión lo es. Este hecho parece ser la base de la ocurrencia que dice que un manual de lógica es un libro que consiste en dos partes: en la primera (sobre la deducción) se explica en qué consisten las falacias; en la segunda (sobre la inducción) se cometen estas falacias. Todo el problema de decir que el método hipotético-deductivo convierte a la lógica de la ciencia en totalmente deductiva está en que así estamos intentando establecer una premisa del razonamiento, no precisamente la conclusión. La deducción es una parte indispensable de la lógica del método hipotético-deductivo, pero no es la única. Hay un sentido importante y fundamental en que la hipótesis debe ser vista como una conclusión y no como una premisa. Las hipótesis (que luego quizás se llamarán «teorías» o «leyes») son resultados de la investigación científica; la ciencia tiene como objetivo establecer enunciados generales sobre el mundo. La predicción y la explicación científicas requieren estas generalizaciones. Mientras nos interesamos por el status de la hipótesis general –si debemos aceptarla o rechazarla– la hipótesis debe ser tratada como una conclusión que debe apoyarse en pruebas, no como una premisa que apoya a otras conclusiones. La inferencia que va de las pruebas observacionales a la hipótesis no es ciertamente deductiva. Si este punto no está ya claro, se vuelve claro en el momento en que recordamos que, para cualquier conjunto dado de datos observacionales, hay, en general, más de una hipótesis compatible con ellos. Estas hipótesis alternativas difieren en contenido fáctico y son incompatibles entre sí. Por tanto, no pueden ser consecuencias deductivas de un mismo conjunto dado de pruebas observacionales.