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Rocher, Guy: l'acció social segons Durkheim/es

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la acción social según Durkheim

La definición que Émile Durkheim ha dado de la acción social difiere considerablemente de la de Max Weber. Para Durkheim, la acción social consiste «en unas maneras de obrar, de pensar y de sentir, externas al individuo y dotadas de un poder coercitivo en cuya virtud se impone a él». De esta definición se desprende claramente que Durkheim no busca las características de la acción social en los estados subjetivos de las personas, como hacía Max Weber, sino más bien en unas realidades externas a las personas, realidades que constriñen a éstas. Durkheim recurre a dos criterios «objetivos» para determinar el carácter social de la acción humana: la exterioridad de las «maneras de obrar, de pensar y de sentir» con respecto a las personas, y la coacción que estas últimas sufren por parte de aquéllas.

Para comprender el sentido que Durkheim atribuye a estos dos criterios, debemos remontarnos a su teoría de las «dos conciencias». La conciencia colectiva está constituida por el conjunto de maneras de obrar, de pensar y de sentir que integran la herencia común de una sociedad dada. Establecidas en el curso de la historia, dichas maneras se transmiten de generación en generación, y son admitidas y practicadas por la mayoría o por el porcentaje medio de las personas que integran esa sociedad. [...]

La conciencia individual, por el contrario, comprende lo que cabría denominar el universo privado de cada persona: sus rasgos caracteriales o temperamentales, su herencia, sus experiencias personales, que hacen de ella un ser único, singular. [...]

En cada persona, la conciencia individual puede estar más o menos desarrollada, puede ser más o menos fuerte. Pero lo que ante todo interesa a Durkheim, [...] es el hecho de que, de una sociedad a otra, la conciencia colectiva no se impone a las personas con la misma fuerza ni con idéntico peso. Las sociedades varían según el grado de coacción que la conciencia colectiva ejerce sobre las personas y según el grado de autonomía permitida a las conciencias individuales. Pero, cualquiera que sea el grado de coacción ejercido, la conciencia colectiva se caracteriza por el hecho de ser siempre necesariamente constriñente, coactiva: para pertenecer a una sociedad, no importa cuál, hay que plegarse a las maneras colectivas de obrar, de pensar y de sentir propias de esa sociedad, y es preciso aceptarlas y practicarlas.