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Husserl: l'ego cogito com a subjectivitat transcendental

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La revisió el 22:33, 14 set 2016 per Sofibot (discussió | contribucions) (adding es)

Text original editat en castellà.


el «ego cogito» como subjetividad trascendental y la ὲποχή

En este punto realizamos, siguiendo a Descartes, el gran giro que, llevado a cabo de modo correcto, conduce a la subjetividad trascendental: la vuelta hacia el ego cogito en cuanto base apodícticamente cierta y última de todo juicio, sobre la cual ha de fundamentarse toda filosofía radical.

Reflexionemos. En cuanto filósofos que meditan de manera radical, no tenemos ahora una ciencia para nosotros válida, ni un mundo para nosotros existente. El mundo, en lugar de existir simplemente, esto es, de valer para nosotros de modo natural en la creencia en el ser (Seinsglauben) propia de la experiencia, no es para nosotros más que una mera pretensión de ser (Seinsanspruch). Esto concierne también a la existencia intramundana de todos los otros «yoes», de modo tal que de derecho no podemos ya hablar propiamente en el plural comunicativo. En efecto, los otros hombres y los animales son para mí tan sólo datos de la experiencia, en virtud de la experiencia sensible que tengo de sus cuerpos físico-orgánicos (körperliche Leiber), de cuya validez no puedo servirme, ya que también ella está puesta en cuestión. Junto con los otros hombres pierdo también, naturalmente, todas las formaciones pertenecientes a la socialidad (Sozialität) y a la cultura. En suma: no sólo la naturaleza corporal sino la totalidad del concreto mundo circundante de la vida ya no es para mí, desde ahora, algo existente, sino sólo un fenómeno de ser. Pero como quiera que resulte esta pretensión de realidad efectiva de ese fenómeno, y como quiera que yo alguna vez pueda decidirme críticamente por el ser o la mera apariencia, él mismo, en cuanto fenómeno mío, no es empero una pura nada, sino precisamente aquello que me posibilita en general tal decisión crítica y que por tanto también hace posible lo que para mí en cada caso tiene sentido y validez como ser verdadero -definitivamente decidido o aún por decidir-. Y nuevamente: si yo me abstengo -como puedo hacerlo libremente y como acabo de hacerlo- de toda creencia experiencial, de modo que permanezca para mí fuera de validez el ser del mundo de la experiencia, inclusive este abstenerme es lo que es y está incluido en la corriente entera de la vida experimentante. Y por cierto esa vida está constantemente ahí para mí; es perceptivamente consciente de modo constante, en un campo de presente, como ella misma en la más auténtica originalidad. En el modo del recuerdo se hacen conscientes, otra vez, ora éstos, ora aquellos pasados de esa vida, y esto implica: en cuanto tales pasados mismos. En todo momento puedo yo por medio de la reflexión, dirigir miradas de especial atención a esa vida originaria y aprehender el presente como presente, el pasado como pasado, tal como él mismo es. Hago esto ahora en cuanto yo que filosofa y ejercita aquella abstención.

El mundo experimentado en esta vida reflexiva sigue siendo para mí, en cierto modo, experimentado como antes, exactamente con el contenido que en cada caso le corresponde. Sigue apareciendo tal como aparecía antes, con la única diferencia de que yo, en cuanto el que reflexiona filosóficamente, ya no efectúo, no mantengo en vigor la creencia natural en el ser, propia de la experiencia, a pesar de lo cual esta creencia está todavía allí, conjuntamente, y es co-aprehendida por la mirada de la atención. Lo mismo sucede con todas las demás menciones que sobrepasan las intuiciones empíricas y pertenecen a la corriente de mi vida, es decir, con mis representaciones no intuitivas y mis juicios, valoraciones, decisiones, posiciones de fines y de medios, etc. (también no intuitivos), y en particular con las tomas de posición que necesariamente se practican en ellos en la actitud natural, irreflexiva, no filosófica de la vida -precisamente en la medida en que tales tomas de posición presuponen en general el mundo y por ende implican una creencia en su existencia-. También en este caso el abstenerse, el dejar en suspenso las tomas de posición por parte del yo que reflexionafilosóficamente, no significa que las mismas desaparezcan de su campo de experiencia. Pues las respectivas vivencias concretas, repitámoslo, son aquello a que está dirigida la mirada de la atención; sólo que el yo de esa atención, en cuanto yo que filosofa, practica la abstención respecto de lo intuido. También todo lo que estaba en semejantes vivencias como mentado en la conciencia de validez (el juicio correspondiente, la teoría correspondiente, los valores y los fines correspondientes, etc. ) permanece plena e íntegramente conservado, sólo que con la modificación de validez: meros fenómenos.

Este universal poner fuera de validez («inhibir», «poner fuera de juego») todas las tomas de posición con respecto al mundo objetivo ya dado, y ante todo las tomas de posición respecto del ser (las concernientes al ser, la apariencia, el ser posible, el ser conjetural, ser probable y otras semejantes), o como también se acostumbra a decir, esta epokhé fenomenológica o esta puesta entre paréntesis del mundo objetivo, no nos enfrenta, por tanto, con una nada. Más bien, aquello de lo que nos apropiamos precisamente por este medio o, dicho más claramente, lo que yo, el que medita, me apropio por tal medio, es mi propia vida pura con todas sus vivencias puras y la totalidad de sus menciones puras, el universo de los fenómenos en el sentido de la fenomenología. La epokhé es, así también puede decirse, el método radical y universal por medio del cual yo me capto puramente como yo, y con mi propia vida pura de conciencia en la cual y por la cual es para mí el entero mundo objetivo y tal como él es precisamente para mí. Todo ser mundanal, todo ser espacio-temporal es para mí, esto es, vale para mí, y precisamente por el hecho de que yo lo experimento, lo percibo, lo recuerdo, pienso de algún modo en él, lo juzgo, lo valoro, lo deseo, etc. Como es sabido, Descartes designa todo esto con el término cogito. El mundo no es para mí, en general, absolutamente nada más que el que existe y vale para mi en cuanto consciente en tal cogito. De esas cogitationes exclusivamente, extrae él su entero sentido, su sentido universal y especial, y su validez de ser. En ellas transcurre toda mi vida del mundo, a la que pertenece también mi vida de investigación y de fundamentación científicas. Yo no puedo vivir, experimentar, pensar, valorar y obrar dentro de ningún otro mundo que no sea éste que en mí y de mí mismo posee sentido y validez. Si yo me pongo a mí mismo por encima de toda esta vida y me abstengo de llevar a cabo cualquier creencia de ser que tome al mundo directamente como algo existente, si dirijo exclusivamente mi mirada a esta vida misma, en cuanto conciencia del mundo, entonces me gano a mí mismo como ego puro con la corriente pura de mis cogitationes.

El ser del ego puro y sus cogitationes, en cuanto en sí anterior, precede, por tanto, al ser natural del mundo -de aquel mundo del que yo en cada caso hablo y puedo hablar-. La base del ser natural es secundaria en su validez de ser; presupone constantemente la del ser trascendental. El método fenomenológico fundamental de la epokhé trascendental, en la medida en que reconduce a este ámbito trascendental, se llama por ello reducción fenomenológica trascendental.


Text traduït al català (Traducció automàtica pendent de revisió).


el «ego cogito» com a subjectivitat transcendental i la ὲποχή

En aquest punt realitzem, seguint a Descartes, el gran Fgir que, dut a terme de manera correcta, condueix a la subjectivitat transcendental: la tornada cap al ego cogito quan base apodícticament certa i última de tot judici, sobre la qual ha de fonamentar-se tota filosofia radical.

Reflexionem. Quan filòsofs que mediten de manera radical, no tenim ara una ciència per a nosaltres vàlida, ni un món per a nosaltres existent. El món, en lloc d'existir simplement, això és, de valer per a nosaltres de manera natural en la creença en el ser (Seinsglauben) pròpia de l'experiència, no és per a nosaltres més que una mera pretensió de ser (Seinsanspruch). Això concerneix també a l'existència intramundana de tots els altres «jos», de manera tal que de dret no podem ja parlar pròpiament en el plural comunicatiu. En efecte, els altres homes i els animals són per a mi tan sols dades de l'experiència, en virtut de l'experiència sensible que tinc dels seus cossos físic-orgànics (körperliche Leiber), de la validesa dels quals no puc servir-me, ja que també ella està posada en qüestió. Juntament amb els altres homes perdo també, naturalment, totes les formacions pertanyents a la socialitat (Sozialität) i a la cultura. En suma: no només la naturalesa corporal sinó la totalitat del concret món circumdant de la vida ja no és per a mi, des d'ara, alguna cosa existent, sinó només un fenomen de ser. Però com vulgui que resulti aquesta pretensió de realitat efectiva d'aquest fenomen, i com vulgui que jo alguna vegada pugui decidir-me críticament per l'ésser o la mera aparença, ell mateix, quan fenomen meu, no és empero una pura res, sinó precisament allò que em possibilita en general tal decisió crítica i que per tant també fa possible el que per a mi en cada cas té sentit i validesa com ser veritable -definitivament decidit o encara per decidir-. I novament: si jo m'abstinc -com puc fer-ho lliurement i com acabo de fer-ho- de tota creença experiencial, de manera que romangui per a mi fora de validesa l'ésser del món de l'experiència, inclusivament aquest abstenir-me és el que és i està inclòs en el corrent sencer de la vida experimentant. I per cert aquesta vida està constantment aquí per a mi; és perceptivament conscient de manera constant, en un camp de present, com ella mateixa en la més autèntica originalitat. En la manera del record es fan conscients, una altra vegada, ora aquests, ora aquells passats d'aquesta vida, i això implica: quan tals passats mateixos. En tot moment puc jo per mitjà de la reflexió, dirigir mirades d'especial atenció a aquesta vida originària i aprehendre el present com a present, el passat com a passat, tal com ell mateix és. Faig això ara quan jo que filosofa i exercita aquella abstenció.

El món experimentat en aquesta vida reflexiva segueix sent per a mi, en certa manera, experimentat com abans, exactament amb el contingut que en cada cas li correspon. Segueix apareixent tal com apareixia abans, amb l'única diferència que jo, quan el que reflexiona filosòficament, ja no efectuo, no mantinc en vigor la creença natural en l'ésser, pròpia de l'experiència, malgrat la qual cosa aquesta creença està encara allí, conjuntament, i és co-aprehesa per la mirada de l'atenció. El mateix succeeix amb totes les altres esments que sobrepassen les intuïcions empíriques i pertanyen al corrent de la meva vida, és a dir, amb les meves representacions no intuïtives i els meus judicis, valoracions, decisions, posicions de finalitats i de mitjans, etc. (també no intuïtius), i en particular amb les preses de posició que necessàriament es practiquen en ells en l'actitud natural, irreflexiva, no filosòfica de la vida -precisament en la mesura en què tals preses de posició pressuposen en general el món i per tant impliquen una creença en la seva existència-. També en aquest cas l'abstenir-se, el deixar en suspens les preses de posició per part del jo que reflexiona filosòficament, no significa que les mateixes desapareguin del seu camp d'experiència. Doncs les respectives vivències concretes, repetim-ho, són allò al fet que està dirigida la mirada de l'atenció; només que el jo d'aquesta atenció, quan jo que filosofa, practica l'abstenció respecte de l'intuït. També tot el que estava en semblants vivències com esmentat en la consciència de validesa (el judici corresponent, la teoria corresponent, els valors i les finalitats corresponents, etc. ) roman plena i íntegrament conservat, només que amb la modificació de validesa: mers fenòmens.

Aquest universal posar fora de validesa («inhibir», «posar fora de joc») totes les preses de posició pel que fa al món objectiu ja donat, i abans de res les preses de posició respecte del ser (les concernents a l'ésser, l'aparença, el ser possible, el ser conjectural, ser probable i altres semblants), o com també s'acostuma a dir, aquesta epokhé fenomenològica o aquesta posada entre parèntesi del món objectiu, no ens enfronta, per tant, amb una res. Més aviat, allò del que ens apropiem precisament per aquest mitjà o, dit més clarament, la qual cosa jo, el que medita, m'apropio per tal mitjà, és la meva pròpia vida pura amb totes les seves vivències pures i la totalitat dels seus esments purs, l'univers dels fenòmens en el sentit de la fenomenologia. La epokhé és, així també pot dir-se, el mètode radical i universal per mitjà del com jo em capto purament com jo, i amb la meva pròpia vida pura de consciència en la qual i per la qual és per a mi el sencer món objectiu i tal com ell és precisament per a mi. Tot ser mundanal, tot ser espai-temporal és per a mi, això és, val per a mi, i precisament pel fet que jo ho experimento, ho percebo, ho recordo, penso d'alguna manera en ell, ho jutjo, ho valoro, ho desitjo, etc. Com és sabut, Descartes designa tot això amb el terme cogito. El món no és per a mi, en general, absolutament res més que el que existeix i val pel meu quan conscient en tal cogito. D'aquestes cogitationes exclusivament, extreu ell el seu sencer sentit, el seu sentit universal i especial, i la seva validesa de ser. En elles transcorre tota la meva vida del món, a la qual pertany també la meva vida d'investigació i de fonamentació científiques. Jo no puc viure, experimentar, pensar, valorar i obrar dins de cap altre món que no sigui aquest que en mi i de mi mateix posseeix sentit i validesa. Si jo em poso a mi mateix per sobre de tota aquesta vida i m'abstinc de dur a terme qualsevol creença de ser que prengui al món directament com alguna cosa existent, si dirigeixo exclusivament la meva mirada a aquesta vida mateixa, quan consciència del món, llavors em guanyo a mi mateix com a ego pur amb el corrent pur dels meus cogitationes.

L'ésser del ego pur i les seves cogitationes, quan en si anterior, precedeix, per tant, en ser natural del món -d'aquell món del que jo en cada cas parlo i puc parlar-. La base del ser natural és secundària en la seva validesa de ser; pressuposa constantment la del ser transcendental. El mètode fenomenològic fonamental de l'epokhé transcendental, en la mesura en què recondueix a aquest àmbit transcendental, es diu per això reducció fenomenològica transcendental.

Meditaciones cartesianas, §8, Ediciones Paulinas, Madrid 1979, p.55-60.