Georg Simmel: relativisme i spinozisme
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S'ha dit repetides vegades que la concepció relativista implica una reducció del valor, de la seguretat i la significació de les coses sense percebre que només una conservació ingènua de qualsevol principi absolut, que més amunt criticàvem, pot atribuir aquesta actitud a principi relatiu. La veritat és la situació contrària: precisament a través d'un procés infinit de solució de tota rigidesa per a si en les accions recíproques ens podem aproximar a aquella unitat funcional de tots els elements de valor, en la qual la significació de cada un d'ells irradia sobre els altres. Per aquest motiu, el relativisme es troba més proper al seu oposat extrem, l'espinozisme –amb la seva omnicomprensiva substantia sive Deus–, del que s'acostuma a creure. Aquest absolut, que no té altre contingut més que el concepte universal de l'ésser, tanca en la seva unitat, per tant, tot el que és. Les coses aïllades no tenen ser per a si, ja que tot ser, per la seva realitat, es troba tan unificat en aquella substància divina, com a la unitat que constitueix pel seu concepte abstracte, és a dir, com el que és en general. Tota constància i substancialitat aïllades, tot l'absolut de segon ordre està comprès en aquella totalitat, de manera que pot dir-se directament que, al monisme d'Espinoza, la totalitat de contingut de la imatge del món passa a ser relativa. Aquesta substància general, aquest absolut únic i aïllat, es pot deixar fora de consideració ara, sense que per això la realitat pateixi cap alteració -el expropiador és expropiat, com Marx descriu un procés formalment similar- i l'únic que resta, de fet, és la dissolució relativista de les coses en relacions i processos. El condicionament de les coses, constituït pel relativisme com la seva essència, pot semblar que exclou el pensament de la infinitud si s'observa superficialment o si no es reflexiona de manera suficientment radical en el relativisme. El cert és, més aviat, el contrari. Una infinitud concreta només sembla possible de dues maneres: un, com un ordre ascendent o descendent, en què cada baula depèn d'una altre i, al seu torn, és punt de dependència d'una tercera; això es pot donar com a ordenació espacial, com transmissió causal d'energia, com seqüència temporal i com a deducció lògica. Dos, el que aquest tipus d'ordre mostra en extensió ens l'ofereix l'acció recíproca sota forma compendiada i retroactiva. La influència que un element exerceix sobre un altre es converteix en causa per la qual aquest irradia una acció en resposta sobre el primer, que una vegada, produïda, al seu torn és converteix en causa d'una altra influència en sentit invers, de manera que el joc comença de nou; tal és l'esquema d'una verdadera infinitud de l'activitat. Es produeix aquí una absència immanent de límits, comparable a la del cercle, ja que també aquesta sorgeix a través de la reciprocitat completa, en la qual cada part de la mateixa determina la posició de l'altra, a diferència d'altres línies d'autoretorn en les quals, cada punt no experimenta el mateix condicionament recíproc de totes les parts immanents. Allà on la infinitud apareix com la substància o la mesura d'un absolut, es converteix en una gran finitud. Únicament el condicionament de tot contingut existencial per mitjà d'un altre que, al seu torn, està condicionat d'igual manera -ja per mitjà d'un tercer, en el qual es repeteix el mateix, ja per mitjà del primer, amb el qual es troba imbricat en una relació de reciprocitat- pot superar la finitud de l'existència.
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Georg Simmel, Filosofía del dinero, Instituto de Estudios Políticos,Madrid, 1977, p. 102-103.
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Texto en castellano:
Se ha dicho repetidas veces que la concepción relativista implica una reducción del valor, de la seguridad y la significación de las cosas sin percibir que solamente una conservación ingenua de cualquier principio absoluto, que más arriba criticábamos, puede achacar tal actitud al principio relativo. La verdad es la situación contraria: precisamente a través de un proceso infinito de solución de toda rigidez para sí en las acciones reciprocas nos podemos aproximar a aquella unidad funcional de todos los elementos de valor, en la cual la significación de cada uno de ellos irradia sobre los demás. Por este motivo, el relativismo se encuentra más cercano a su opuesto extremo, el espinozismo —con su omnicomprensiva substantia sive Deus—, de lo que se acostumbra a creer. Este absoluto, que no tiene otro contenido mas que el concepto universal del ser, encierra en su unidad, por tanto, todo lo que es. Las cosas aisladas carecen de ser para sí, puesto que todo ser, por su realidad, se encuentra tan unificado en aquella sustancia divina, como en la unidad que constituye por su concepto abstracto, esto es, como lo que es en general. Toda constancia y sustancialidad aisladas, todo lo absoluto de segundo orden está comprendido en aquella totalidad, de modo que puede decirse directamente que, en el monismo de Espinoza, la totalidad de contenido de la imagen del mundo pasa a ser relativa. Esta sustancia general, este absoluto único y aislado, se puede dejar fuera de consideración ahora, sin que por ello la realidad sufra alteración ninguna —el expropiador es expropiado, como Marx describe un proceso formalmente similar— y lo único que resta, de hecho, es la disolución relativista de las cosas en relaciones y procesos. El condicionamiento de las cosas, constituido por el relativismo como su esencia, puede parecer que excluye el pensamiento de la infinitud si se observa superficialmente o si no se reflexiona de modo suficientemente radical en el relativismo. Lo cierto es, más bien, lo contrario. Una infinitud concreta sólo parece posible de dos modos: uno, como un orden ascendente o descendente, en el que cada eslabón depende de otro y, a su vez, es punto de dependencia de un tercero; ello se puede dar como ordenación espacial, como trasmisión causal de energía, como secuencia temporal y como deducción lógica. Dos, lo que este tipo de orden muestra en 'Intensión nos lo ofrece la acción recíproca bajo forma compendiada y retroactiva. La influencia que un elemento ejerce sobre otro se convierte en causa por la que éste irradia una acción en respuesta sobre el primero, que una vez, producida, a su vez es convierte en causa de otra influencia en sentido inverso, con lo que el juego comienza de nuevo; tal es el esquema de una ver¬dadera infinitud de la actividad. Se produce aquí una ausencia Inmanente de límites, comparable a la del círculo, puesto que también ésta surge a través de la reciprocidad completa, en la que cada parte de la misma determina la posición de la otra. a diferencia de otras líneas de autorretorno en las cuales, cada punto no experimenta el mismo condicionamiento recíproco ae todas las partes inmanentes. Allí donde la infinitud aparece como la sustancia o la medida de un absoluto, se convierte en una gran finitud. Únicamente el condicionamiento de todo contenido existencial por medio de otro que, a su vez, está condicionado de Igual manera —ya por medio de un tercero, en el cual se repite lo mismo, ya por medio del primero, con el que se halla imbricado en una relación de reciprocidad— puede superar la finitud de la existencia.
Filosofía del dinero (Instituto de Estudios Políticos,Madrid, 1977, p. 102-103 |
Original en castellà
Se ha dicho repetidas veces que la concepción relativista implica una reducción del valor, de la seguridad y la significación de las cosas sin percibir que solamente una conservación ingenua de cualquier principio absoluto, que más arriba criticábamos, puede achacar tal actitud al principio relativo. La verdad es la situación contraria: precisamente a través de un proceso infinito de solución de toda rigidez para sí en las acciones reciprocas nos podemos aproximar a aquella unidad funcional de todos los elementos de valor, en la cual la significación de cada uno de ellos irradia sobre los demás. Por este motivo, el relativismo se encuentra más cercano a su opuesto extremo, el espinozismo —con su omnicomprensiva substantia sive Deus—, de lo que se acostumbra a creer. Este absoluto, que no tiene otro contenido mas que el concepto universal del ser, encierra en su unidad, por tanto, todo lo que es. Las cosas aisladas carecen de ser para sí, puesto que todo ser, por su realidad, se encuentra tan unificado en aquella sustancia divina, como en la unidad que constituye por su concepto abstracto, esto es, como lo que es en general. Toda constancia y sustancialidad aisladas, todo lo absoluto de segundo orden está comprendido en aquella totalidad, de modo que puede decirse directamente que, en el monismo de Espinoza, la totalidad de contenido de la imagen del mundo pasa a ser relativa. Esta sustancia general, este absoluto único y aislado, se puede dejar fuera de consideración ahora, sin que por ello la realidad sufra alteración ninguna —el expropiador es expropiado, como Marx describe un proceso formalmente similar— y lo único que resta, de hecho, es la disolución relativista de las cosas en relaciones y procesos. El condicionamiento de las cosas, constituido por el relativismo como su esencia, puede parecer que excluye el pensamiento de la infinitud si se observa superficialmente o si no se reflexiona de modo suficientemente radical en el relativismo. Lo cierto es, más bien, lo contrario. Una infinitud concreta sólo parece posible de dos modos: uno, como un orden ascendente o descendente, en el que cada eslabón depende de otro y, a su vez, es punto de dependencia de un tercero; ello se puede dar como ordenación espacial, como trasmisión causal de energía, como secuencia temporal y como deducción lógica. Dos, lo que este tipo de orden muestra en 'Intensión nos lo ofrece la acción recíproca bajo forma compendiada y retroactiva. La influencia que un elemento ejerce sobre otro se convierte en causa por la que éste irradia una acción en respuesta sobre el primero, que una vez, producida, a su vez es convierte en causa de otra influencia en sentido inverso, con lo que el juego comienza de nuevo; tal es el esquema de una ver¬dadera infinitud de la actividad. Se produce aquí una ausencia Inmanente de límites, comparable a la del círculo, puesto que también ésta surge a través de la reciprocidad completa, en la que cada parte de la misma determina la posición de la otra. a diferencia de otras líneas de autorretorno en las cuales, cada punto no experimenta el mismo condicionamiento recíproco de todas las partes inmanentes. Allí donde la infinitud aparece como la sustancia o la medida de un absoluto, se convierte en una gran finitud. Únicamente el condicionamiento de todo contenido existencial por medio de otro que, a su vez, está condicionado de Igual manera —ya por medio de un tercero, en el cual se repite lo mismo, ya por medio del primero, con el que se halla imbricado en una relación de reciprocidad— puede superar la finitud de la existencia.