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Diferència entre revisions de la pàgina «Saussure, Ferdinand de: llengua i parla»

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El estudio del lenguaje comporta, pues, dos partes: la una, esencial, tiene por objeto la lengua, que es social en su esencia e independiente del individuo; este estudio es únicamente psíquico; la otra, secundaria, tiene por objeto la parte individual del lenguaje, es decir, el habla, incluida la fonación, y es psicofísica.
 
 
 
Sin duda, ambos objetos están estrechamente ligados y se suponen recíprocamente: la lengua es necesaria para que el habla sea inteligible y produzca todos sus efectos; pero el habla es necesaria para que la lengua se establezca; históricamente, el hecho de habla precede siempre. ¿Cómo se le ocurriría a nadie asociar una idea con una imagen verbal, si no se empezara por sorprender tal asociación en un acto de habla? Por otra parte, oyendo a los otros es como cada uno aprende su lengua materna, que no llega a depositarse en nuestro cerebro más que al cabo de innumerables experiencias. Por último, el habla es la que hace evolucionar a la lengua: las impresiones recibidas oyendo a los demás son las que modifican nuestros hábitos lingüísticos. Hay, pues, interdependencia de lengua y habla: aquélla es a la vez el instrumento y el producto de ésta. Pero eso no les impide ser dos cosas absolutamente distintas.
 
 
 
La lengua existe en la colectividad en la forma de una suma de acuñaciones depositadas en cada cerebro, más o menos como un diccionario cuyos ejemplares, idénticos, fueran repartidos entre los individuos. Es, pues, algo que está en cada uno de ellos, aunque común a todos y situado fuera de la voluntad de los depositarios. Este modo de existencia de la lengua puede quedar representado por la fórmula:
 
 
 
1 1 1 1 ... = I (modelo colectivo).
 
 
 
¿De qué modo está presente el habla en esta misma colectividad? El habla es la suma de todo lo que las gentes dicen, y comprende: a) combinaciones individuales, dependientes de la voluntad de los hablantes; b) actos de fonación igualmente voluntarios, necesarios para ejecutar tales combinaciones. No hay, pues, nada colectivo en el habla; sus manifestaciones son individuales y momentáneas. En ella no hay nada más que la suma de los casos particulares, según la fórmula:
 
 
 
(1 1´ 1´´ 1´´´ ...).
 
 
 
Por todas estas razones sería quimérico reunir en un mismo punto de vista la lengua y el habla. El conjunto global del lenguaje es incognoscible porque no es homogéneo, mientras que la distinción y la subordinación propuestas lo aclaran todo.
 
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Revisió del 00:19, 25 maig 2017

L'estudi del llenguatge comporta, doncs, dues parts: la una, essencial, té per objecte la llengua, que és social en la seva essència i independent de l'individu; aquest estudi és únicament psíquic; l'altra, secundària, té per objecte la part individual del llenguatge, és a dir, la parla, inclosa la fonació, i és psicofísica.

Sens dubte, tots dos objectes estan estretament lligats i se suposen recíprocament: la llengua és necessària perquè la parla sigui intel·ligible i produeixi tots els seus efectes; però la parla és necessària perquè la llengua s'estableixi; històricament, el fet de parla precedeix sempre. Com se li ocorreria a ningú associar una idea amb una imatge verbal, si no es comencés per sorprendre tal associació en un acte de parla? D'altra banda, sentint als altres és com cadascun aprèn la seva llengua materna, que no arriba a dipositar-se en el nostre cervell més que al cap d'innombrables experiències. Finalment, la parla és la que fa evolucionar a la llengua: les impressions rebudes sentint als altre so les que modifiquen els nostres hàbits lingüístics. Hi ha, doncs, interdependència de llengua i parla: aquella és alhora l'instrument i el producte d'aquesta. Però això no els impedeix ser dues coses absolutament diferents.

La llengua existeix en la col·lectivitat en la forma d'una suma d'encunyacions dipositades en cada cervell, més o menys com un diccionari els exemplars del qual, idèntics, fossin repartits entre els individus. És, doncs, alguna cosa que està en cadascun d'ells, encara que comú a tots i situat fora de la voluntat dels dipositaris. Aquesta manera d'existència de la llengua pot quedar representat per la fórmula:

1 1 1 1 ... = I (model col·lectiu).

De quina manera està present la parla en aquesta mateixa col·lectivitat? La parla és la suma de tot el que les gents diuen, i comprèn: a) combinacions individuals, dependents de la voluntat dels parlants; b) actes de fonació igualment voluntaris, necessaris per executar tals combinacions. No hi ha, doncs, res col·lectiu en la parla; les seves manifestacions són individuals i momentànies. En ella no hi ha res més que la suma dels casos particulars, segons la fórmula:

(1 1´ 1´´ 1´´´ ...).

Per totes aquestes raons seria quimérico reunir en un mateix punt de vista la llengua i la parla. El conjunt global del llenguatge és incognoscible perquè no és homogeni, mentre que la distinció i la subordinació proposades ho aclareixen tot.

Curso de lingüística general, Losada, Buenos Aires 1973, 12ª ed., p. 64-65.

Original en castellà

El estudio del lenguaje comporta, pues, dos partes: la una, esencial, tiene por objeto la lengua, que es social en su esencia e independiente del individuo; este estudio es únicamente psíquico; la otra, secundaria, tiene por objeto la parte individual del lenguaje, es decir, el habla, incluida la fonación, y es psicofísica.

Sin duda, ambos objetos están estrechamente ligados y se suponen recíprocamente: la lengua es necesaria para que el habla sea inteligible y produzca todos sus efectos; pero el habla es necesaria para que la lengua se establezca; históricamente, el hecho de habla precede siempre. ¿Cómo se le ocurriría a nadie asociar una idea con una imagen verbal, si no se empezara por sorprender tal asociación en un acto de habla? Por otra parte, oyendo a los otros es como cada uno aprende su lengua materna, que no llega a depositarse en nuestro cerebro más que al cabo de innumerables experiencias. Por último, el habla es la que hace evolucionar a la lengua: las impresiones recibidas oyendo a los demás son las que modifican nuestros hábitos lingüísticos. Hay, pues, interdependencia de lengua y habla: aquélla es a la vez el instrumento y el producto de ésta. Pero eso no les impide ser dos cosas absolutamente distintas.

La lengua existe en la colectividad en la forma de una suma de acuñaciones depositadas en cada cerebro, más o menos como un diccionario cuyos ejemplares, idénticos, fueran repartidos entre los individuos. Es, pues, algo que está en cada uno de ellos, aunque común a todos y situado fuera de la voluntad de los depositarios. Este modo de existencia de la lengua puede quedar representado por la fórmula:

1 1 1 1 ... = I (modelo colectivo).

¿De qué modo está presente el habla en esta misma colectividad? El habla es la suma de todo lo que las gentes dicen, y comprende: a) combinaciones individuales, dependientes de la voluntad de los hablantes; b) actos de fonación igualmente voluntarios, necesarios para ejecutar tales combinaciones. No hay, pues, nada colectivo en el habla; sus manifestaciones son individuales y momentáneas. En ella no hay nada más que la suma de los casos particulares, según la fórmula:

(1 1´ 1´´ 1´´´ ...).

Por todas estas razones sería quimérico reunir en un mismo punto de vista la lengua y el habla. El conjunto global del lenguaje es incognoscible porque no es homogéneo, mientras que la distinción y la subordinación propuestas lo aclaran todo.