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Cita Finocchiaro sobre la condemna a Galileu

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Text original editat en castellà.


Viernes 26 de febrero de 1616

En la residencia habitual del muy ilustre cardenal Bellarmino [...] el muy ilustre cardenal advirtió a Galileo que la mencionada opinión era errónea y que debía abandonarla; y luego, inmediatamente, ante mí y testigos, el mismo muy ilustre cardenal [...] en nombre de su santidad el papa [...] ordenó y conminó al mencionado Galileo, estando todavía éste presente, que abandonara del todo la mencionada opinión acerca de que el sol está quieto en el centro del mundo y que la tierra se mueve, y que, en consecuencia, no la sostuviera, enseñara o defendiera de ningún modo, ya fuera de palabra o por escrito; de otra forma, el Santo Oficio iniciaría procedimientos en su contra.


Text traduït al català (Traducció automàtica pendent de revisió).


Divendres 26 de febrer de 1616

En la residència habitual del molt il·lustre cardenal Bellarmino [...] el molt il·lustre cardenal va advertir a Galileu que l'esmentada opinió era errònia i que havia d'abandonar-la; i després, immediatament, davant meu i testimonis, el mateix molt il·lustre cardenal [...] en nom de la seva santedat el papa [...] va ordenar i va comminar a l'esmentat Galileu, estant encara aquest present, que abandonés del tot l'esmentada opinió sobre que el sol està quiet en el centre del món i que la terra es mou, i que, en conseqüència, no la sostingués, ensenyés o defensés de cap manera, ja fora de paraula o per escrit; d'una altra forma, el Sant Ofici iniciaria procediments en contra seva.

Mandato judicial especial contra Galileo, en M.A. Finocchiaro, The Galileo Affair. A Documentary History, University of California Press, Berkeley, Los Ángeles 1989,p. 147-148.

Plantilla:EnlaceAutor


Original en castellà

Viernes 26 de febrero de 1616

En la residencia habitual del muy ilustre cardenal Bellarmino [...] el muy ilustre cardenal advirtió a Galileo que la mencionada opinión era errónea y que debía abandonarla; y luego, inmediatamente, ante mí y testigos, el mismo muy ilustre cardenal [...] en nombre de su santidad el papa [...] ordenó y conminó al mencionado Galileo, estando todavía éste presente, que abandonara del todo la mencionada opinión acerca de que el sol está quieto en el centro del mundo y que la tierra se mueve, y que, en consecuencia, no la sostuviera, enseñara o defendiera de ningún modo, ya fuera de palabra o por escrito; de otra forma, el Santo Oficio iniciaría procedimientos en su contra.